miércoles, 17 de junio de 2015

Ingrávidos y etéreos


La voz más pequeña se encara al colosal hombre que no acepta cuestionamientos, ni planteamientos a sus juicios prácticos. Los castigos, los latigazos que hacían del pasado, el recuerdo en el contacto de cada sicatríz, cada diminuto aporte de la locura, el descontrol. Ella ha perdido todos sus derechos y todos pueden entender el porqué decidió ser prostituta. Se sabe que ella lleva un mes operando de servicio de compañía, al compás de los intervalos del reloj; alguien más aparece en cuya búsqueda se hila el placer morboso, conseguir un estado en el que el corazón esté a un leve latido de explotar, sus ojos parescan mareados, sus reacciones sean del gozo. Ella ha perdido sus derechos y es el momento en el que su "libertad" es tan "pura".

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